Roger Thornhill, un ejecutivo de una agencia de publicidad, es confundido con un agente del gobierno. Tras ser secuestrado y retenido en una mansión donde le interrogan como si se tratara de un auténtico agente secreto, Roger logra huir pero desde ese momento se verá perseguido por un grupo de espías y por la policía, que no le cree cuando explica lo sucedido.
Hitchcock decía que ‘Con la muerte en los talones’ era la quinta esencia de todas las películas que había rodado en Estados Unidos. Ernest Lehman tardó más de un año en acabar un guión que estuviera a la altura de lo que quería el director, trabajo que luego se vio recompensado con una nominación a los Oscar. En realidad, los ejecutivos de MGM, estudio que financiaba la producción, querían cortar parte del metraje, ya que consideraban que su duración era excesiva, pero, por suerte, Hitchcock sabía cómo se las gastaban en Hollywood y puso una cláusula en su contrato en la que los estudios se comprometían a que el cineasta tuviera la última palabra respecto al montaje final. Por supuesto, no podía faltar un cameo del realizador, al que podemos ver corriendo para coger un autobús que le cierra la puerta en las narices. Aunque si hay dos secuencias especialmente recordadas de ‘Con la muerte en los talones’ son sin duda Cary Grant escapando de la avioneta y la secuencia en el Monte Rushmore. Para conseguir el permiso para rodar en tan famoso monumento, el servicio de vigilancia del parque pidió que no se tratara de escenas violentas, detalle al que el director no le hizo caso. Otra localización complicada fue el edificio de las Naciones Unidas, que no dio permiso para que las cámaras rodaran en su interior. Por eso, sólo vemos al protagonista haciendo ver que entra en el edificio, pero la escena se corta y cuando lo vemos en el interior ya se trata de otra localización distinta.
La fotografía de Robert Burks en Technicolor y VistaVision, las secuencias del título de Saul Bass y la banda sonora de Bernard Herrman son algunos de los elementos más recordados de esta película cuyo título original, North by Northwest, viene de una frase de ‘Hamlet’ en la que el protagonista dice que se vuelve loco cuando sopla el viento norte-nordeste. Hitchcock lo eligió porque creía que se ajustaba bien a la desordenada geografía de la trama.
Una de las mejores curiosidades de esta película es la pifia que se le pasó por alto al maestro del suspense. El perfeccionista director solía repetir las tomas muchas veces hasta quedar satisfecho, lo que agotaba a los actores. Si nos fijamos bien en la escena de la cafetería en la que Eva Marie Saint dispara, a su derecha se puede ver un niño que segundos antes de que suene el tiro ya se tapa los oídos. Seguro que el chaval estaba ya cansado de oir el ruido una y otra vez, y su gesto se ha convertido en uno de los pocos fallos que se pueden apreciar en la filmografía de Hitchcock.
El director tenía claro que quería volver a trabajar con Cary Grant, uno de sus actores favoritos, pero el resto del casting fue sufriendo algunos cambios. Yul Brynner era la primera opción para hacer de Vandamm, pero contratos previos y compromisos con otros estudios le impidieron aceptar el papel. También sonó el nombre de Sofia Loren para el papel femenino, y era la favorita de Grant, pero evidentemente Hitchcock prefirió a una actriz rubia que siguiera la estela de sus musas.