Siendo muy joven, Hana se enamoró de un compañero de clase que resultó ser un hombre lobo. A pesar de las dificultades, ambos se convierten en una pareja feliz y tienen dos hijos, Yuki y Ame, que heredan de su padre la capacidad de convertirse en lobos. Cuando su marido muere, Hana se instala en una aislada casa en el campo para que sus pequeños puedan crecer sin tener que esconder sus transformaciones.
Antes de dirigir El niño y la bestia, el realizador Mamoru Hosoda firmó esta tierna historia de una madre que ha de criar a sus dos hijos, quienes han heredado de su padre la capacidad de transformarse en lobos.